martes, 6 de abril de 2010

Libertad y determinismo


Julio César R. Castro

En la eterna lucha de los opuestos, nos encontramos con estos dos conceptos que marcan el rumbo de toda sociedad, si bien, la libertad es interpretada y ha sido reinterpretada desde los griegos hasta nuestros días, las condiciones históricas han modificado extremadamente desde entonces, por ello, en nuestro contexto, la libertad se nos presenta como un “lobo vestido de oveja”, se abolió la esclavitud, se terminaron las relaciones de servidumbre, hoy, el “hombre es libre de sus actos”. Para los griegos era natural la esclavitud, una situación que determinaba el funcionamiento de la sociedad, en la Edad Media, el siervo no podía fallarle al feudal, pues existía un “orden establecido por Dios”, por ello, la libertad se ha presentado en las distintas épocas históricas con limitaciones, es decir, “la libertad se encuentra determinada”.
Desde la segunda mitad del siglo XIX, “la libre competencia” marcó la pauta para reestructurar las condiciones sociales en el nuevo orden económico, con ello, el concepto de libertad comienza a tomar un nuevo rumbo, la sociedad entra en una etapa de modernización que está “determinada” por las reglas del mercado. Así pues, por intereses económicos particulares, nuestra nación está determinada a cumplir los intereses de un grupo en el poder, por ello, nos hacen caer en el juego de la “libre competencia” que a final de cuentas prevalece la decisión y el interés de los más poderosos, dejando de lado y en la miseria a los que en desventaja no pueden competir.
Dentro de los intereses capitalistas, la educación no es la excepción, entra al juego de la libertad y el determinismo, para los intereses de los dueños del dinero, no es rentable preparar a los chicos con una visión crítica y sobre todo, libre de todo dogma, por ello, los planes de estudios tienen que modificar en un claro pronunciamiento a favor de los interés particulares. La prueba clara y contundente de este juego dialéctico lo vivimos en el Colegio de Bachilleres con el nuevo plan de estudios, donde al estudiante se le presenta su preparación con “matices de libertad” ocultando que su formación está determinada bajo los intereses de unos cuantos, pues la finalidad es que los alumnos tengan una “Salida Ocupacional”.[1]
Sin embargo, en un discurso más que retórico de parte de los directivos e incondicionales del Colegio de Bachilleres, señalan que al alumno no se le quita la libertad de hacer examen para ingresar a nivel licenciatura, indudablemente, es una tautología, un razonamiento falaz, sin bien, al alumno no se le priva de su libertad de continuar con estudios profesionales, en la práctica se le está determinando su futuro laboral con un plan de estudios muy limitado, por ende, privándolo de su libertad.
Desde que se implanta esta reforma, con una postura determinista y sin el diálogo directo con los profesores, alumnos y padres de familia, podemos darnos cuenta de la postura antidemocrática y determinista de la institución, nuestros “ilustres cerebros poco iluminados” que han dado la idea de hacer cambios en el plan de estudios, nos señalan y nos determinan lo que en realidad necesitan nuestros alumnos, es decir, ya pensaron por ellos, señalan que los cambios obedecen a un sin número de necesidades que ha traído consigo el modelo económico que impera en nuestro contexto y en nuestro país, por ello, los filósofos tenemos que hacer filosofía desde las condiciones que nos imponen, es decir, jugar con la libertad aunque esta tenga la gran limitante del Estado, como lo señalaba Rousseau[2].
No podemos dejar de señalar que el discurso de las autoridades del Colegio es por demás engañoso y determinante, pues ellos ya impusieron, ya se adecuaron a las condiciones que determinan la formación del estudiante. Limitan la formación del estudiante y con ello determinan su futuro, hacen creer que la formación laboral que ellos recibirán es lo más idóneo, engañan al señalar que los alumnos podrán continuar sus estudios a nivel licenciatura en alguna de las instituciones públicas (UNAM, UAM, IPN), pues como lo hemos señalado, limitan el conocimiento tanto humanista como científico.
Ante semejante determinismo y poca libertad que se vive con la nueva reforma en el Colegio de Bachilleres, no podemos dejar de lado el papel que juegan los docentes en esta transición curricular, sobre todo, en esta transición generacional, donde el Colegio ha cambiado las reglas del juego y el profesor se tiene que alinear al determinismo impuesto, por ejemplo, para el Colegio de Bachilleres no es importante la formación profesional, no es importante tener maestría o doctorado, para las autoridades es más importante tener un diplomado en competencias, diplomado que está enfocado para que los docentes mediaticen por medio de su práctica en las aulas entre los estudiantes y el sector empresarial. Es aquí donde las “salidas ocupacionales” toman el gran significado dentro de la reforma. El docente ahora se presenta como el alfil del capital, entra al juego de ellos, su función está determinada se mueve en un espacio que la misma autoridad ha delineado, su preparación está condicionada por los cursos impartidos dentro (CAFP) y fuera (Diplomado en Competencias) de la institución que están alejándose de la formación disciplinaria. Se somete a los mandatos de la autoridad, no reprobaras, acreditaras a tus alumnos con buenas calificaciones, no alentaras la deserción y demás.
Por todo esto, tanto los docentes como la comunidad estudiantil tendremos que hacer una lectura de nuestro entorno y encontrar los limites de nuestra libertad y sobre todo, el determinismo que hemos aceptado, tenemos que entender que una educación que no libera, que no propone y que no dignifica la labor docente y la preparación del estudiante, sólo es vehículo de los que están imponiendo las reglas del juego en nuestra institución. Esto sin duda alguna, es una formación dogmatizada que sirve a los intereses de aquellos que carecen de todo principio ético y sobre todo, del conocimiento en la gran problemática de nuestra educación.


[1] Gaceta Número 46, p. 14-15.
[2] Berlin I. Siete enemigos de la libertad humana. Ed. F.C.E. cap. II.

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